Comfort Food
Se llama "comfort food" o "alimento reconfortante" a todo alimento que tiene una connotación nostálgica o sentimental para nosotros.
Inconscientemente elegimos ingerir alimento reconfortante cuando queremos aliviar un mal momento o incrementar sentimientos positivos.
Si bien la identificación del alimento reconfortante depende de la idiosincracia de cada individuo, de acuerdo a patrones generales podría clasificarse de la siguiente manera:
Alimento nostálgico
Alimento indulgente
Alimento conveniente (como el fast-food)
Alimento de confort físico
En Estados Unidos el alimento reconfortante es parte de la respuesta al estrés, y por ser una respuesta impulsiva, un factor que contribuye a la obesidad.
Es curioso lo que elegimos como alimento reconfortante. Si bien se dice que en el caso de hombres suelen ser guisos y sopas, y en el caso de mujeres dulces como el chocolate y helado (el helado contiene leche, alta en potasio), mucho depende para mi cómo hemos sido criados. Así, no solo para muchos norteamericanos pueden ser el pollo frito y las papas fritas, sino también para latinoamericanos que comieron eso de pequeños y les recuerda a mamá. En mi caso, por ejemplo, pueden ser el caldo de pollo que me daban de niña cuando estaba mal del estómago (cuidado), el meatloaf con puré de papa que almorzaba en casa (nutrición) o la torta de chocolate, la primera torta que aprendí a hacer en el colegio y les gustó a todos en casa (aceptación). El cuidado, la nutrición y la aceptación son todos elementos que en mi práctica asocio con el amor materno, nuestra primera sensación de seguridad, la raíz de nuestro mundo emocional.
Como no podemos olvidar que somos una unidad bio-psico-socio-espiritual y a la vez mente-cuerpo-emoción-espíritu, juega un papel muy importante el hecho biológico de que nuestro cuerpo necesita consumir grasa y sal y que en nuestra evolución ésto no ha sido fácil de encontrar. Una vez que nuestros sentidos han elegido lo que vamos a ingerir, el cerebro entra en juego: el azúcar y almidón estimulan la serotonina, un neuro-transmisor que he mencionado antes en otro post, conocido por incrementar la sensación de bienestar. La sal estimula la oxitocina, la hormona de la confianza y ternura (también la estimulan los abrazos y los orgasmos). Esto explica un poco el éxito de los chifles y las papitas Lay's y Pringles. Un estudio indica que ratones en un laboratorio pudieron distinguir entre comidas poco grasosas y comidas muy grasosas, al elegir siempre las más grasosas. Esto indicaría que elegimos las más grasosas porque nos permiten almacenar mayor cantidad de grasa en el cuerpo, importante considerando nuestra historia evolutiva (necesitábamos guardar mucha grasa = energía en el cuerpo para poder cazar, viajar, etc). La grasa pues, es un bálsamo para nuestro temor a la inanición, muy solicitada por quienes sienten que han sido rechazados en la infancia.
Notar que cuando hablo de sentirse rechazado en la infancia, no me refiero necesariamente a algo específico que haya hecho la madre, como "algo bueno" o "algo malo", sino a la manera en la que el niño(a) percibió el medio. Alguien me contaba hace poco que al nacer estuvo varios días entubado en la incubadora, con la madre preocupada mientras él luchaba por su vida. Durante su crecimiento, fue muy cuidadosa de que tuviera una alimentación saludable e hiciera suficiente ejercicio. En la adolescencia, lo dejó con el padre, mientras se iba a estudiar una especialización fuera. Entre otras cosas, esta persona ahora adulta tiende a un consumo excesivo de grasas y azúcares, en especial chocolate.
A esto podemos agregar cómo el cerebro asocia recuerdos, emociones y sensaciones: los brownies y las amigas en el colegio, el olor a vainilla en la luna de miel. Nuestro cerebro guarda ciertos sabores, olores y texturas asociados con momentos, así que incluso cuando no tenemos algo que celebrar, un brownie puede hacernos sentir mejor. Es importante notar esto, pues si premiamos a nuestros hijos con una pizza, es muy probable que sea pizza lo que quieran comer cuando sean adultos y hayan tenido un mal día.
El tema con el alimento reconfortante es que no siempre cumple una función saludable, que es la idea de la alimentación balanceada, sino la de lidiar con temas externos que en el momento no sabemos cómo manejar. Nos ayuda a "pasar el mal rato" a costa de sabotear nuestra dieta diaria, y cuando hay temas que no queremos o no sabemos cómo afrontar, es decir, muchos malos ratos consecutivos, el exceso de comfort food puede ser parte de un cuadro de problemas de salud. Hay un libro que llamó mi atención y está en mi wishlist "Comfort food for breakups - The memoir of a hungry girl", de Marusya Borsiurkiw (Alimento confort para rupturas de pareja - Recuerdos de una niña hambrienta). Por otro lado, en un almuerzo familiar por ejemplo, preparar alguna receta que mamá nos hacía cuando éramos pequeños, puede promover la confianza y comunicación entre los familiares invitados e incluso, preparar uno de estos platos a una persona enferma puede ayudar a hacer que se sienta mucho mejor.
Esto quiere decir que el alimento reconfortante, incluido dentro de una dieta balanceada, puede utilizarse para nuestro beneficio: promover emociones positivas y aliviar momentos de tensión extrema como el estrés.